Te prohibiré algo: no vuelvas a hablar de inmundicia ni suciedad al referirte a tu persona. Eres un ave inmaculada, una sacerdotisa que busca la pureza original en las cloacas de su naturaleza (una hazaña que muy pocas se atreven a acometer). Y esa pureza no se ve afectada porque te atrevas a comportarte y sentirte como una perra. Todo lo contrario. Si no eres capaz de ser, una perra, una puta, si no eres capaz de ser extremadamente sucia, jamás podrás alcanzar la pureza. Como un ave impoluta, como una sacerdotisa virginal, así te veo al mirar a tu alrededor y constatar la inmundicia de la sociedad y la vida contemporánea.
He comenzado a dibujar otra vez, los pindeles fluyen. Dibujo la obra en la que convertiré tu cuerpo, la obra que serás. Por ahora, eres manchas, brillos que asoman, arcos que se tensan, humedades que se resisten
Siente